¿La Innovación es sexy? o ¿“Mucho ruido y pocas nueces”?

Jun 02, 2014

Por Claudia Gwynn

Directora Llave Creativa

www.llavecreativa.cl

 

 

Hoy más que nunca hablar de Innovación está de moda, o como escuché decir alguna vez: innovar “es sexy”, y es sexy porque es deseable, mejora nuestra imagen frente a otros, nos pone en las conversaciones de futuro y habla muy bien de los desafíos que estamos abordando. Como dijo Barry Katz, Co Founder de IDEO, en su visita a Chile, la innovación es hoy un password que abre posibilidades.

 

Sin duda, la palabra innovación aparece en la mayoría de las conversaciones, se hacen cursos, seminarios, talleres, mesas redondas. Se discute sobre el tema, se incorpora a los planes de gobierno a las estrategias de algunas organizaciones, a los planes de estudio universitarios, etc. La innovación es transversal y se vincula a todo.

 

Sin embargo, en el título de este texto cito la famosa obra de William Shakesperare “Much ado about Nothing” que traducida al español se titula: “Mucho ruido y pocas nueces”, y que en el contexto de los refranes populares hace mención a las personas que dicen mucho, pero hacen poco. ¿No es un contrasentido que estemos hablando tanto de innovación y estemos innovando tan poco?

 

La experiencia de Llave Creativa en los distintos ámbitos en los que hemos trabajado el tema, nos comprueba que al momento de abordar seriamente la posibilidad de incorporar la innovación en una empresa, se produce más bien incredulidad y desconfianza que proactividad.

 

Sabemos que asociarnos a la innovación es sexy y nos abre puertas, pero, por alguna razón, nos resistimos a ser sexies, y esto sucede principalmente porque la innovación es percibida como: un concepto abstracto, muy caro, generalmente asociado sólo a la tecnología y por lo tanto cuestionable en su implementación real, y su utilidad práctica, un tema a abordar “en el futuro”, considerado más como un gasto que una inversión, ya que la posibilidad de generar beneficios se percibe a muy largo plazo y con un alto porcentaje de que estos nunca lleguen. ¿Les suena conocido?.

 

Cuando el objetivo de la empresa es producir, ser competitivos y generar utilidades, la disposición a invertir recursos en incorporar la innovación es limitada.

 

Alguna vez leí que en el escenario de las pequeñas empresas esto es aún peor porque para las pymes el largo plazo es una hipótesis, no un hecho, ya que este tipo de empresa se mueve en el territorio de los hechos: vendo/abro/contrato o no vendo/cierro/despido.

 

En palabras de Means y Faulkner (2001), la innovación es un imperativo estratégico de primera magnitud, donde la dirección general tiene como tarea desarrollar y explotar la capacidad de la organización para la innovación, creando el clima creativo y los estímulos necesarios para su desarrollo, ya que, al igual que el señor que hace bicicletas no necesariamente es un ciclista, el  innovador no es el que estudia o habla de innovación, el innovador es el que innova.

 

Y de alguna manera todas las empresas innovan, todas generan transformaciones, mejoras, desarrollos, pero sucede que muchas lo hacen sin darse cuenta, sin procesos ni técnicas, simplemente por necesidad: de ser competitivos, de cambiar, de cumplir las metas, de ser bien evaluados.

 

Esta es una innovación reactiva e improvisada, donde probamos, ensayamos, practicamos insistentemente hasta dar con la respuesta.

 

Utilizar la intuición, improvisar y probar no tiene nada de malo, por el contrario, puede significar importantes desarrollos para la sociedad. La diferencia entre innovar e improvisar se produce porque en la primera acción hay método, procesos, métricas, transferencia. La acción improvisada dificulta su reproducción y en el caso de un resultado exitoso esto es más complejo, ya que al no ser sistematizada ni medida se pierde tiempo, recursos y conocimiento valioso.

 

La improvisación es útil cuando forma parte de un proceso y no es “el proceso” mediante el cual se hacen las cosas.

 

Poder rescatar los conocimientos y la experiencia implícita en las personas, elaborar métodos de trabajo replicables, con instrumentos y métricas para iterar y perfeccionar los procedimientos, posibilita la generación de conocimiento y de entrenamiento para la innovación.

 

Incorporar el comportamiento creativo en este proceso no solo significa producir ideas nuevas sino también resolver problemas de forma novedosa.

 

Cuando la creatividad pasa a ser una actitud permanente en las personas hablamos de organizaciones creativas e innovadoras.

 

Hoy el escenario es más propicio que nunca, el contexto nos conduce a tomar bifurcaciones, caminos laterales, a probar metodologías y procesos nuevos, a incorporar otras disciplinas en nuestro quehacer. Para lograrlo debemos entrenar, generar las competencias, desarrollar los músculos, conectarnos con nuestras habilidades, y prepararnos para los desafíos y oportunidades.

 

No es necesario que nos inscribamos para las Olimpíadas, basta con disponernos a la posibilidad de practicar. Cada uno descubrirá en ese proceso sus fortalezas y se apoyará en otros para minimizar las debilidades. Ser sexy no es algo que se descubre de un día para otro, tampoco es un privilegio de pocos, es una actitud interior y una forma de actuar, y como tal hay que reforzarla día a día.

 

Así llegará el momento en que podremos decir las célebres frases de Rod Stewart  “Da ya think Im sexy?”

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